COMUNICAV 38_39 DE LA NATACIÓN AL CICLISMO Así va la charla, como las buenas y distendidas, de la integración de los deportes paralímpicos a la de Ricardo por el deporte por el deporte. Y nos fascina la convicción de Ricardo cuando nos explica que “el deporte paralímpico debe ser considerado como una disciplina más dentro de las federaciones deportivas. Al igual que existe una selección sub-18, una sub-23, una élite o una júnior, el deporte adaptado debería ser tratado como otra sección dentro de la misma estructura. No se trata de categorizarlo aparte, sino de integrarlo plenamente como una parte esencial del deporte en general”. Así vamos de fascinación en fascinación y, como cuando éramos niños y nos contaban nuestra historia preferida, escuchamos que Ricardo llegó a la natación porque fue el primer deporte que descubrió en el que existían competiciones para personas con discapacidad. Tanto se involucró que, al final, estuvo 21 años compitiendo al máximo nivel. Pero además su pasión por el deporte lo ha llevado a practicar muchísimos deportes. Y nuestra capacidad de asombro se ve superada cuando nos dice humor: “Sería más fácil mencionar los deportes que no he practicado que aquellos que no he practicado. He practicado tenis de mesa, esquí alpino, fútbol, baloncesto… no sé, muchísimos deportes y el ciclismo era uno de ellos”. Debe ser cierto que aquello que hacemos de niños nos marca y si lo hacemos con un hermano mayor, más aún. Su hermano participaba en motociclismo y Ricardo solía acompañarlo a las carreras, viajaban a diferentes circuitos y pueblos. También pasaba mucho tiempo en el taller, observando cómo reparaban las motos. Después del accidente, la moto ya no fue posible y la bicicleta, que siempre le había encantado, se convirtió en una manera de seguir con las dos ruedas. Así fue como su padre y su hermano le adaptaron una y la bici siguió siendo una parte fundamental de su vida. LA FAMILIA Y LOS AMIGOS A lo largo de la charla, hemos sentido la presencia constante de su familia y sus amigos y queremos que sea su voz y no la nuestra la que lo explique: “Yo creo que gracias a ellos, mi familia y mis amigos, pude superar mi discapacidad, ¿no? Y ser la persona que soy yo hoy en día. En ningún momento me sentí ni rechazado, ni señalado, al contrario. Me hicieron siempre sentir uno más y tampoco es que me pusieran las cosas fáciles”. Al día de hoy, Ricardo agradece que no hubieran seguido el impulso de la sobreprotección, que es lo más habitual de los familiares con una persona con discapacidad, y que muchas veces les impide evolucionar o manejarse por sí mismos. “Yo creo que gracias a ellos, mi familia y mis amigos, pude superar mi discapacidad, ¿no? Y ser la persona que soy yo hoy en día”.
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