COMUNICAV 30_31 Por Eva Altaver y Daniela Rovatti. Fotografías de Agustín Rovatti EN EL COMIENZO DE TODO FUE UN DIARIO Cuesta creer que esta mujer que tenemos delante haya sido, como ella afirma: “Una fea en una familia de guapos”. Vale, reconocemos que así se sentía. Y todo parece que tiene su génesis en este “trauma infantil”. Con dos hermanas guapísimas, rubias y de ojos verdes que eran y son el alma de la fiesta, esta niña extratímida y que cantaba como una rana se refugiaba en su cuarto para confesarse con su diario. ¿Y luego? Luego pasó la vida muy rápido. Con 22 y pocos años, Carmen ya tenía dos niñas: una en la guardería y otra en el colegio. Entonces, en ese momento surgió la pregunta: “¿Qué quiero hacer de mi vida?”. Y casi que la escuchamos pensar en retrospectiva: ¿dedicarse a ser madre ejemplar y hacer tartas de manzana? ¿Qué podía hacer alguien que no había ido a la universidad? ¿Secretaria internacional porque hablaba idiomas? No, por suerte, este no era el sueño dorado. ¿Y entonces? Entonces, los hechos siguieron su curso natural. Un taller de escritura y, casi inmediatamente, el premio del Ministerio de cultura. Y, claro, como suele suceder en estos casos, hace la entrada otro personaje: un profesor maravilloso y muy generoso, como suelen ser los profesores maravillosos, que le enseñó todos los secretos del oficio. Y, por eso, tal vez en honor a este profesor Carmen y su hermano, Gervasio, dirigen la escuela de escritura en línea Yo quiero escribir. Y LAS PALABRAS FLUYEN Aunque nunca sospechó que pudiera “vivir del cuento”, empezó escribiendo literatura infantil —el tiempo le demostraría que no solo no es más fácil, sino que es muy difícil— y le fue bien, muy bien. Como si fuera un cuento maravilloso, todo lo que escribía, se publicaba. Y eso, por supuesto, le infundió ánimos. Sin embargo, pasaron bastantes años hasta que se animara al género temido: la novela. Tal vez, porque escribir es, según Carmen, estar pasando reválidas todo el tiempo. El libro anterior puede haber tenido un éxito fulgurante, pero si el próximo no lo consigue, como en el juego de la oca, se retrocede a la casilla uno. ¿Y cuál es el secreto? Como bien enseña la frase atribuida a Edison: “el talento es un 5% de inspiración, y un 95% de transpiración”, el único secreto es trabajo, trabajo y más trabajo. UN DÍA EN LA VIDA DE CARMEN Cuando está en el proceso de escritura de una novela, Carmen nos comenta que tiene una rutina bastante fija. Levantarse, una rutina corta de gimnasia —corta, pero que se cumple religiosamente— y ponerse a escribir hasta la hora de comer. Nunca salen más de dos o tres páginas. El resto del tiempo se dedica a corregir o a escribir algún artículo. No se trata de rapidez, sino de constancia. Tampoco se trata tanto de musas que lo asalten a uno por ahí. Como dicen que dijo Picasso —dice también Carmen— la musa siempre me visita cuando estoy trabajando. “Escribir tiene una parte de talento, pero tiene una parte de oficio muy considerable.”
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