su mayoría son graves. Aquí se contempla el deber de mantener al cliente debidamente informado de la evolución del caso, de devolver al cliente la documentación facilitada por este, o no actuar en contra de sus intereses, entre otros. De este modo, la formación en deontología debe vertebrarse en torno a tres ejes fundamentales. Primero, el secreto profesional, por que se constituye como uno de los fundamentos más importantes de la Abogacía. Este debe entenderse en términos, no solo de relación con el cliente, sino con el resto de compañeros y profesionales de la Abogacía. Segundo, evitar errores durante el ejercicio de la Abogacía como, por ejemplo, disponer del conocimiento de que un abogado no puede llevar a otro a declarar en su causa, o que no se puede aportar como pruebas en un litigio comunicaciones con otros compañeros de profesión, entre otros. En tercer lugar, evitar la irresponsabilidad. En este sentido, concienciar y advertir de la gravedad de cometer faltas como no acudir a una vista de forma injustificada, o estar ilocalizable durante el Turno de Oficio. La formación en deontología debe vertebrarse en torno a tres ejes fundamentales: mantener el secreto profesional, evitar errores durante el ejercicio y prevención de la irresponsabilidad.
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